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Ioana Silvia Negut
07/10/2023El acto de dibujar no es simplemente plasmar líneas y formas en un papel; es una experiencia transformadora que altera la manera en que percibimos el mundo que nos rodea y, por ende, influye en nuestra mirada y comprensión de la realidad, creatividad. A través del uso de carboncillo y lápiz, he experimentado esta experiencia visual de observar el entorno.
Es esencial destacar que el dibujo no se limita a la reproducción técnica de la realidad, sino que es un medio para interpretarla. Al utilizar carboncillo y lápiz, dos herramientas aparentemente simples pero para mi personalmente muy complicadas, he descubierto que la acción de trazar líneas y sombras implica una toma de decisiones constante a pesar de tener a mi disponibilidad una goma de borrar. El acto de dibujar se convierte en una forma de diálogo entre mi y los sujetos que he plasmado.
Esta noción se ve respaldada por la teoría de la semiótica visual, que sostiene que las imágenes son sistemas de signos que comunican significado. En el dibujo, cada línea y sombra transmite información y emoción. Roland Barthes, argumenta que la interpretación de una imagen es un proceso activo, donde el observador participa en la construcción del significado. Así, el dibujo se convierte en un medio para compartir no solo lo que se ve, sino también la interpretación única del artista.
Además, el carboncillo y el lápiz como medios para dibujar tienen características particulares que influyen en la percepción visual. El carboncillo, por su naturaleza suave y maleable, permite una gama amplia de tonos y texturas. Al utilizarlo, experimenté con la capacidad de crear sombras dando profundidad a mis representaciones. Esto se alinea con la teoría de la Gestalt, que destaca la importancia de la percepción visual en términos de totalidades significativas. Al manipular las sombras con carboncillo pude crear una experiencia visual más completa.
En contraste, el lápiz conduce a trazos más definidos y precisos. Cada línea es nítida, permitiendo un control detallado sobre la representación. Con el lápiz, puedo resaltar detalles específicos, enfocando la atención en elementos particulares. Esta capacidad de selección influye directamente en cómo percibimos la escena representada, demostrando que el medio utilizado en el dibujo es una herramienta activa en la construcción de significado visual.
Otro aspecto fundamental del dibujo es su capacidad para desarrollar la observación y la atención al detalle. Al comprometerse con la tarea de representar visualmente un objeto, se requiere una atención intensa a sus características intrínsecas. Esta práctica constante de observación aguda se relaciona con la teoría de la atención selectiva de William James, que sugiere que nuestras percepciones están influenciadas por aquello a lo que dirigimos nuestra atención.
En mi experiencia con el carboncillo y el lápiz, he encontrado que el proceso de dibujo no solo mejora la observación, sino que también fomenta la paciencia y la perseverancia. La creación de una obra de arte lleva tiempo, y cada trazo requiere una dedicación cuidadosa. En este sentido, el dibujo se convierte en un ejercicio meditativo, exigiendo una disposición a abrazar la complejidad del proceso creativo. Aunque para mi personalmente que el dibujo y yo no somos nada amigos debo decir que ha sido muy complicado. Es la primera vez que trabajo el carboncillo y me ha parecido una tarea muy compleja.
En conclusión, el acto de dibujar, especialmente con carboncillo y lápiz, tiene un impacto significativo en la forma en que percibimos y comprendemos el mundo que nos rodea. A través de la interpretación consciente, la aplicación de teorías semióticas y gestálticas, y el desarrollo de habilidades de observación, el dibujo se revela como una herramienta poderosa para cambiar nuestra mirada. En última instancia, la experiencia de dibujar va más allá de la creación de imágenes; es un viaje transformador que enriquece tanto nuestra comprensión visual como nuestra conexión con el entorno.
La elección del dibujo para copiar, proveniente del altar con su retablo de Librea de la Escuela Normal de Maestros de Instrucción Primaria de Manila, se fundamenta en una cuidadosa reflexión sobre mi propia trayectoria artística y la necesidad de abordar mi punto más débil: el dibujo. Hace mucho tiempo que no me enfrento a esta disciplina, y la selección de esta obra específica surge de la creencia de que la práctica intensiva con líneas y paciencia puede ser la clave para superar este desafío.
El autor original de la obra, al tomar inspiración de un altar y su retablo de Librea, indica una conexión con elementos culturales y espirituales profundos. La elección de replicar esta pieza no solo implica el deseo de mejorar mis habilidades en el dibujo, sino también la oportunidad de explorar la estética asociada con la obra original. Al analizar las características del dibujo seleccionado, me enfrento a la posibilidad de lidiar con elementos arquitectónicos, ornamentales y simbólicos propios de un altar, requiriendo un enfoque minucioso en cada trazo. La copia se convierte en un proceso de descubrimiento y aprendizaje, donde los trazos son una oportunidad para absorber conocimientos y mejorar mis habilidades.
Mi elección de enfrentar este desafío después de un largo tiempo sin dibujar se basa en la creencia de que la paciencia y la dedicación pueden ser aliadas poderosas en este desafio. En resumen, la elección de copiar el dibujo del altar con su retablo se fundamenta en la necesidad de abordar mi punto más débil en el dibujo.